Piscinas accesibles a los invidentes: el punto de encuentro de la integración

Las piscinas configuran una de las ubicaciones con mayor índice de asistencia durante los meses de verano. Garantizar la accesibilidad universal de las personas invidentes a este entorno es cuestión de adaptar los recursos de la instalación a sus características visuales. 

23 AGO 2013 · Lectura: min.
Foto: Once.es

En el ámbito de la discapacidad, tanto la realización de ejercicio diario como la participación en competiciones deportivas ayudan a mejorar la estabilidad emocional, relacional y social de este colectivo. Sin embargo, debido a las dificultades de integración que padecen la gran mayoría de las personas con movilidad reducida o deficiencia sensorial, la no correcta adaptación de los lugares de ocio más frecuentados puede poner freno a su total inclusión en sociedad. En este aspecto, las instalaciones acuáticas configuran una de las ubicaciones con mayor índice de asistencia durante los meses de verano. Garantizar la accesibilidad universal de las personas invidentes en el entorno de las piscinas es cuestión de adaptar los recursos de la instalación a sus características visuales.

Seguridad, guía y orientación

Una de las principales particularidades a incorporar en las piscinas acondicionadas para el acceso de personas con deficiencia visual o visibilidad reducida es la presencia de un monitor que ejerza de lazarillo. Es fundamental que estas personas reciban un reconocimiento inicial en el que, acompañados de un guía, puedan situar y memorizar sobre el terreno dónde se encuentran los diferentes habitáculos u obstáculos de la instalación.

Vestuarios, duchas exteriores, servicios y pilas forman parte de las zonas más frecuentadas por los usuarios, por lo que deben constituir las localizaciones primordiales a la hora de retener el recorrido. De forma paralela a la asistencia que puede encontrarse en la instalación, los Centros ONCE tienen a disposición de los usuarios un sistema bautizado como el protocolo de técnica guía, que ayuda a este tipo de personas a relacionarse con el medio físico y con el espacio en el que se desarrolla la actividad.

Además, en cuanto a seguridad se refiere, es esencial que el monitor que acompaña a la persona invidente le enseñe la forma más fácil y adecuada para entrar y salir del agua. Unas medidas de protección que a largo plazo, en función del nivel de deficiencia visual de cada individuo y de sus necesidades particulares, pueden ayudar a reforzar la autonomía de estas personas tanto dentro como fuera del agua.

Altavoces, el mejor apoyo auditivo

Gracias al afán por fortalecer las medidas de orientación para las personas con discapacidad, uno de los accesorios más recomendables en el ámbito de las piscinas y de las deficiencias visuales es la disposición de un sistema de altavoces. De esta forma, teniendo en cuenta que las personas invidentes reciben gran parte de la información a través del canal auditivo, se posibilita la comunicación de instrucciones referentes a la instalación o a la seguridad en el interior o alrededor de la pila. Este procedimiento, que facilita el derecho a la accesibilidad universal de las personas con discapacidad, es fundamental para garantizar una mayor orientación del colectivo invidente dentro del recinto.

Por otro lado, en cuanto a las características auditivas del recinto se refiere, deben tenerse muy en cuenta las medidas totales de la piscina, sobre todo si nos encontramos ante pilas completamente cerradas. Para mejorar la percepción del sonido es fundamental que la instalación sea de dimensiones pequeñas y de techos bajos, ya que así se evitan las resonancias y se favorece la comunicación entre el monitor y el usuario con deficiencia visual.

Autonomía del nado con las planchas pull-boy

Existen numerosos materiales que pueden mejorar la flotabilidad del usuario dentro del agua. Sin embargo, las tablas pull-boy constituyen uno de los artilugios acuáticos mejor valorados en el ámbito de la natación. Se sitúan entre los muslos y gracias a su forma y a su composición mejoran la horizontalidad dentro del agua. De esta forma, en el caso de ser utilizadas por usuarios invidentes, ayudan a estabilizar el cuerpo en el interior de la piscina consiguiendo una mejor sensación de equilibrio. Este aparato, que mejora la coordinación entre brazos, piernas y tronco, es esencial en el refuerzo de la autonomía de la persona con discapacidad en el interior de la piscina.

Carriles exteriores, las recomendaciones olímpicas

La Federación Internacional de Natación Amateur (FINA) establece entre sus reglamentos principales cuáles son los requisitos estructurales con los que deben contar las instalaciones acuáticas para acoger competiciones con participantes invidentes.

Tanto en los Campeonatos Mundiales como en los Juegos Paralímpicos las pruebas deben realizarse en piscinas de 50 metros con 8 calles o más. Sin embargo, para garantizar la seguridad de los nadadores con deficiencias visuales, es imprescindible que las pilas cuenten con carriles exteriores de salpicadura de una anchura mínima de 0,5 metros. En el caso de que esta opción no sea posible, debido a las características estructurales previas del recinto, ningún nadador invidente podrá utilizar en competición internacional las calles 1 y 8, que constituyen las vías más externas de la piscina.

Además, en las pruebas de espalda, uno de los accesorios más utilizados para facilitar la accesibilidad en el seno de la competición es el indicador de viraje. Señalizado con una línea de banderolas, éste debe estar compuesto por colores  con alto contraste con el techo para facilitar el ejercicio de los nadadores con deficiencias visuales.

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Escrito por

Paula Iglesias

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