La importancia de la ducha en la piscina
Artículo revisado por el Comité
Instalar duchas en la piscina y usarlas antes de cada baño reduce de manera importante algunos problemas higiénicos y de salud asociados a esta instalación de ocio acuático.
La ducha es un accesorio sumamente importante en una piscina. A menudo se piensa que ducharse es obligatorio por cuestiones de higiene, por lo que se considera una señal de respeto para el resto de bañistas que hacen uso también de la piscina. Y aunque ello es así, este dato resulta incompleto.
Antes de meternos en la piscina es recomendable darse una ducha por razones de higiene. Todo el mundo lo sabe, pero ¿por qué? Cuando compartimos una piscina con más personas es indispensable ducharse antes de meterse en la piscina para que el sudor y los restos de crema y demás lociones que nos ponemos para proteger la piel y el cabello no pasen al agua. Se considera una clara señal de respeto hacia el resto de los bañistas, una muestra de cortesía cuya finalidad principal es reducir los restos de suciedad, sudor y crema que van a parar al agua de la piscina, agua en el que se bañan otras personas.
Solo por eso, ducharse antes de entrar en la piscina debe considerarse un paso obligatorio. De ahí que cada vez se incida más en la necesidad de que todos los bañistas que acuden a piscinas públicas o comunitarias pasen por la ducha antes de disfrutar de su baño.
Pero bañarse sin ducharse conlleva otros problemas que, si bien no guardan relación con la higiene, sí están ligado a la salubridad del agua y a la estabilidad de los productos químicos presentes en ella. Cuando nos metemos en el agua sin retirarnos el sudor y los restos de crema que aún quedan en nuestro cuerpo, se alteran todos los niveles de esta, lo que provoca, por tanto, que también la higiene del agua varíe.
Por último, pero no por ello menos importante, bañarnos sin ducharnos antes ocasiona una reacción química importante que puede afectar de manera directa a nuestra salud. En el instante en que nos metemos en el agua, el sudor y los restos de crema, desodorantes, champús, geles de baño y demás productos de higiene personal entran en contacto con el cloro presente en el agua, lo que provoca la formación de un compuesto químico muy dañino, la cloramina. Este compuesto es el causante de que, después del baño, tengamos los ojos rojos e irritados, la piel seca y sensible, que esta nos pique… Y, sobre todo, de que padezcamos problemas en la garganta o la nariz, pues afecta de manera directa y peligrosa a las vías respiratorias. El resultado es que cuando salimos de la piscina tenemos ataques de tos, problemas de asma, inflamación y dolor de garganta, carraspera, etc.
Por tanto, si nos duchamos antes de meternos en la piscina no solo ayudamos a mantener el agua limpia y saludable para todos los que disfrutan del baño, sino que reducimos las posibilidades de que se produzca esta reacción química tan peligrosa para nuestra salud. De este modo, aunque no compartamos la piscina con nadie, es aconsejable también ducharse antes de sumergirse en el agua para evitar estos problemas cutáneos y respiratorios.