El mantenimiento de la piscina es una tarea que debe realizarse de manera constante, pues hace posible disfrutar del agua sin que nuestra salud o la de aquellos que más queremos corra peligro. No llevarla a cabo aumenta el riesgo de sufrir infecciones y problemas dermatológicos, de las vías respiratorias, auditivos y oculares. En los casos más graves, la acumulación de bacterias y hongos en el agua puede resultar fatal para los bañistas. De ahí la importancia que debemos otorgarle a esta labor.
En líneas generales, podemos decir que no existe un único mantenimiento o un mantenimiento estándar, sino varios tipos de mantenimientos. Cada uno de ellos se lleva a cabo en un momento determinado del año y tiene una finalidad muy concreta. Nosotros queremos explicarte cuántos tipos de mantenimiento se pueden realizar, por qué debemos hacerlo en ese momento y cuáles son las consecuencias de no llevar a cabo alguno de ellos.
El mantenimiento al empezar la temporada o la puesta a punto de la piscina
Este tipo de mantenimiento es el que debemos realizar justo antes de que empiece el verano, pues engloba todos aquellos trabajos que hay que realizar para que podamos usar la piscina después de los meses de parón del invierno. Por tanto, se trata de una revisión para determinar si el agua de la piscina se puede usar ese verano o no, si es necesario revisar solo los niveles o tenemos que realizar otra serie de trabajos más complejos y costosos para poder bañarnos durante el estío.
Si hemos preparado la piscina para el invierno pasadoEn muchas ocasiones hemos hablado de la importancia de realizar una perfecta invernación, que es como se le denomina al proceso mediante el cual preparamos la piscina para pasar el invierno. Se trata de un trabajo sumamente importante, pues hace posible no solo que el agua pueda aprovecharse para el verano, sino que las heladas y las lluvias propias de esta estación no provoquen problemas en el vaso y aparezcan grietas y fugas que obliguen a reparar las paredes antes de empezar el verano. Al coste económico que ello supone, que es muy destacado, hay que añadir el trabajo de más que nos veremos obligados a realizar. De ahí que la invernación sea fundamental.
Por tanto, si hemos realizado la invernación, solo tendremos que llevar a cabo una serie de sencillas tareas y revisar algunos elementos para poder bañarnos con seguridad. Te explicamos a continuación cuáles son los pasos a seguir para hacer esta puesta a punto.
- Retiraremos la lona o la cubierta de la piscina si tenemos y hemos hecho uso de ella durante el invierno.
- Sacaremos los bidones o flotadores de plástico que habíamos introducido en el agua al comienzo del frío y que, como ya explicaremos más adelante, evitarán que aquella se congele, con los consiguientes problemas para la estructura del vaso.
- Enchufaremos las instalaciones eléctricas. Para evitar problemas en el sistema eléctrico del motor, es aconsejable mantenerlas desenchufadas durante estos meses. A continuación, observaremos el estado de la bomba y de la depuradora.
- Abriremos las válvulas, los skimmers y el sumidero. Las habíamos cerrado para impedir que se colase suciedad o agua que pudiera congelarse y deteriorar estos accesorios.
- Revisaremos el filtro y lo limpiaremos para eliminar la suciedad y los restos de microorganismos que hayan podido aparecer en invierno. Si la arena o el cartucho no están en buen estado, será este el momento de cambiarlo.
- Realizaremos un lavado a contracorriente. La mayoría de los expertos aconsejan seguir este paso para que la maquina limpie los restos de suciedad que se hayan podido depositar.
- Limpiaremos a conciencia las paredes y el fondo del vaso. Aunque hayamos cubierto la piscina, es normal que después de tantos meses de inactividad se hayan depositado restos de suciedad, polvo e incrustaciones sobre las paredes y el fondo. Por eso, con la ayuda de un limpiafondos, sanearemos el fondo de la piscina y las paredes. Podemos usar también un cepillo para retirar la suciedad de estas superficies. Si no hemos cubierto la piscina, habrá que retirar, además, las hojas y demás restos que se encuentren en el agua. Tampoco nos podemos olvidar de limpiar los skimmers, sobre todo si no hemos tapado la piscina, y el propio borde de flotación.
- Examinaremos detalladamente el estado de las paredes y del fondo. Es el momento de llevar a cabo la reparación de cualquier grieta o desperfecto que se haya podido ocasionar durante el invierno, como una pequeña fisura o el desprendimiento de algún elemento de gresite de estas superficies.
- Verificar los niveles del agua. Haremos hincapié, cómo no, en el desinfectante (cloro, bromo, oxígeno activo) que usemos. También tendremos que comprobar el ph. Lo normal es que tengamos que ajustarlo, así que puede que sea necesario realizar algún tratamiento de choque para ello. Es aconsejable, asimismo, añadir floculante al agua y algún alguicida, sobre todo si el agua está algo sucia o turbia. Es, por tanto, indispensable si la piscina no ha estado cubierta durante los meses de invierno. Si es el caso, al día siguiente de este tratamiento de choque habrá que volver a limpiar el fondo para retirar la suciedad del agua.
Si no hemos realizado una invernación adecuadaTodo lo anterior, que no dejan de ser tareas sencillas y rápidas, pierde sentido si no hemos realizado una correcta invernación. Como veremos a continuación, los pasos a seguir en este caso son diferentes, pues el trabajo es mucho más costoso. Además, nos saldrá más caro, así que, como siempre decimos, hay que preparar la piscina para el frío para evitar estos trabajos y gastos extra.
- Si hemos cubierto la piscina, retiraremos la lona o la cubierta.
- Vaciaremos la piscina. Después de todos estos meses, el agua se habrá estancado, olerá y el color habrá adquirido una tonalidad verdosa. Estará turbia y muy sucia. En la mayoría de los casos, es imposible poder aprovechar el agua, pues no sirve para el baño. Las consecuencias para la salud de los bañistas son muy graves. Por tanto, lo recomendable es vaciar la piscina completamente para limpiarla en profundidad y llenarla con agua limpia. Solo podremos evitar vaciar la piscina si el agua está transparente. Es decir, si no está verdosa ni turbia, si no tiene restos de algas ni huele mal, es posible que se pueda evitar este derroche realizando una hipercloración o cloración de choque con cloro granulado. Para ello, encenderemos el filtro y lo dejaremos funcionando un día completo. Después, sanearemos en profundidad paredes y fondo, así como los skimmers y el borde de flotación. Obviamente, no nos podemos olvidar de revisar el estado del filtro y cambiarlo si no es bueno. Por último, ajustaremos los niveles de cloro, oxígeno activo… y el ph del agua, y añadiremos el correspondiente alguicida y floculante. Recuerda, ello solo es posible si el agua aún está transparente. Si no, no nos quedará más remedio que vaciar el vaso de la piscina. Para conseguirlo haremos uso del motor de la propia depuradora y de la boca de succión que se encuentra en el fondo de la piscina. Si el agua tiene muchas hojas, es aconsejable que las retiremos antes con un recogehojas para evitar que estas puedan atascar la succión durante el proceso de vaciado y provoquen daños en el propio motor.
- Limpiaremos el fondo y las paredes con un producto desincrustante. Una vez vaciada completamente la piscina, procederemos a limpiar, con la ayuda de cepillos, las paredes y el fondo. Los productos que normalmente se emplean en estos trabajos son el ácido clorhídrico disuelto en agua y el hipoclorito sódico. Lo ideal es que, antes de usar uno u otro, consultemos con la empresa que nos construyó la piscina para que nos recomienda cuál es el mejor en nuestro caso. Por otro lado, podemos ayudarnos de una limpiadora a presión o hidrolimpiadora salvo si la piscina es de gresite. En este caso, la fuerza del agua puede hacer que se desprendan algunas piezas, por eso hay que evitar su uso.
- Una vez hayamos terminado, tendremos que aclarar bien las superficies para eliminar los restos de productos químicos que hemos empleado durante las labores de limpieza. No solo son perjudiciales para la salud, sino que pueden provocar una reacción química cuando entren en contacto con los productos químicos empleados en el tratamiento del agua. De ahí que tengamos que realizar este aclarado.
- Acto seguido, tendremos que inspeccionar a conciencia las paredes y el fondo de la instalación. Si vivimos en un lugar propenso a las heladas, tendremos que examinar la aparición de grietas y fisuras que hayan provocado fugas. Recordemos que el agua congelada presiona las paredes de la piscina y puede ocasionar este tipo de desperfectos. Por eso, debemos realizar un trabajo minucioso. Si descubrimos alguna, es el momento de tratarla.
- Igualmente, habrá que repasar el estado del gresite, pegar los que se hayan podido desprender y comprobar el estado de la lechada. Si no es consistente, es menester que consolidemos el revestimiento de las paredes y el fondo para que no se caigan durante el uso estival de la piscina.
- Limpiaremos la zona de playa, ya que ha estado en contacto con el agua estancada de la piscina, por lo que se ha convertido también en el espacio preferido de los microorganismos. Habrá que frotar y emplear un desinfectante potente, pero con cuidado de que no deteriore la superficie, puesto que algunos son muy abrasivos. Como siempre, recomendamos consultar con la empresa que nos construyó la piscina para que nos recomiende el producto más adecuado.
- A continuación, limpiaremos también el filtro, los skimmers y la boquilla de impulsión. La acumulación de polvo, hojas y suciedad impiden que realicen su trabajo correctamente, ya que provoca atascos y ocasiona deterioros en estas instalaciones. Por ello, hay que limpiarlos en profundidad para eliminar todos estos restos.
- Por último, llenaremos la piscina con agua limpia. Para ello, haremos uso, en un primer momento, de una manguera para que el fondo se vaya llenando paulatinamente. Una vez tenemos unos centímetros de agua, procederemos a llenarla con el motor. El motivo es evitar que pueda deteriorarse el revestimiento del fondo de la piscina.
- Comprobaremos los niveles de los productos desinfectantes (cloro, bromo) y el nivel del de ph. Tendremos que realizar un tratamiento de choque para corregirlos, pues lo normal es que estos niveles estén más altos o bajos. Después, verteremos alguicida y floculante alrededor del perímetro de la piscina. Con ello, completaremos la puesta a punto de la piscina.
El mantenimiento durante la temporada
Una vez ha comenzado la temporada de baño, hay una serie de trabajos que debemos realizar para no poner en riesgo nuestra salud. Porque tener una piscina en casa es un privilegio del que pueden disfrutar algunas personas, pero supone un trabajo diario y semanal para que el agua esté en condiciones correctas y sea seguro el baño.
Por eso, vamos a separar las tareas que debemos llevar a cabo todos los días de aquellas otras que tendremos que realizar una vez a la semana.
Tareas diariasLos trabajos que debemos efectuar todos los días son los siguientes:
Analizar el ph del agua. Todos los días tendremos que medir el ph del agua para que este se encuentre entre 7,2 y 7,6. El ph es un índice o coeficiente que nos informa sobre la alcalinidad y acidez del agua. Si el nivel supera los 7,6, el agua estará alcalina y nos provocará reacciones en los ojos (ojos rojos, escozor y picor), la piel (piel seca y picor) y las vías respiratorias (picor en la nariz y la garganta).
De igual modo, si el ph es inferior a 7,2 tendremos un agua acida que es capaz de erosionar los elementos metálicos que tenemos en la piscina, que se oxidan por ese exceso de ácido (escaleras, skimmers…). Por si todo ello no fuera suficiente, nuestro cuerpo también reacciona a esa acidez, así que notaremos los ojos y las vías respiratorias irritadas, así como la piel.
Pero hay más. Un ph desnivelado actúa sobre el resto de productos químicos que hemos vertido en el agua para su mantenimiento, fundamentalmente sobre el cloro, anulando su poder desinfectante. Con los días, el agua se llenará de microorganismos, se volverá turbia y aparecerán restos adheridos a las paredes de la piscina. Así, en estas condiciones el baño no es seguro. Por tanto, todos los días tendremos que revisar el ph y corregirlo para que este sea el adecuado: si supera 7,6, habrá que añadir reductor al agua y si no llega a 7,2, tendremos que recurrir a un incrementador de ph.
Comprobar el nivel del cloro. Como el ph, el cloro es un elemento químico indispensable para poder bañarnos en un agua limpia, transparente y libre de gérmenes. Los niveles de este desinfectante deben oscilar entre entre 1.0 y 1.5 ppm o partes por millón. Si el cloro está bajo, el agua puede convertirse en un foco de infecciones, pues el cloro no hará su labor y aparecerán microorganismos. Pero, como el ph, tampoco debe ser elevado, ya que provoca reacciones en nuestro cuerpo, como picor en los ojos, que se vuelven también rojos, quemaduras en la piel, irritación en fosas nasales y garganta, etc. Así pues, es menester revisar el nivel de este desinfectante para que sea el adecuado.
Limpiar la superficie del agua de hojas, insectos y otros residuos. Todos los días se caen al agua hojas que el viento lleva hasta nuestra piscina. También aparecen insectos y otros restos de suciedad que enturbian el agua. Por eso, diariamente tenemos también que eliminar todos estos desechos de la superficie del agua.
Tareas semanalesUna vez a la semana tendremos que realizar las siguientes tareas:
- Limpiar los skimmers. En ellos se depositan insectos, polvo, suciedad y, cómo no, hojas. Gracias a estos elementos, estos restos no acaban en el fondo de la piscina. Por tanto, ayudan a mantener limpia el agua. Para que sean efectivos, tienen que revisarse semanalmente y retirar de ellos todos los residuos en encontremos.
- Limpiar las paredes y el fondo. A pesar de que empleemos los productos químicos pertinentes para evitar que se adhieran a estas superficies algas y demás concreciones, la suciedad también puede depositarse en ellas, así como en las juntas. Será suficiente con que utilicemos un limpiafondos, que aspirará aquella suciedad que se ha quedado pegada en estos lugares.
- Hacer un contralavado y limpiar el prefiltro de la depuradora. El filtro hace posible que el agua retorne a la piscina limpia. Por ello, también aquí tiende a acumularse suciedad. De este modo, para que el agua que pasa por él salga limpia debemos asegurarnos de que funciona correctamente y que se encuentra limpio.
Una vez hayamos limpiado el prefiltro, lo aconsejable es que realizamos un contralavado. ¿Qué es un contralavado? Es un lavado del agua de la piscina haciendo circular el agua en el sentido contrario. El objetivo es las partículas que se han quedado en el sistema de filtración se desprendan y puedan eliminarse. Para hacerlo, tendremos que poner el sistema de filtración a funcionar y abrir las válvulas de los skimmers y de la toma del fondo. Asimismo, tendremos que cerrar la de aspiración. Con esta tarea conseguiremos retirar la suciedad que se haya quedado en las tuberías de la piscina.
- Reponer las pastillas de cloro y demás mantenimientos. Una vez a la semana también tendremos que añadir la dosis de cloro semanal que estemos empleando. Del mismo modo, los expertos aconsejan que comprobemos el nivel del agua y lo aumentemos si este ha bajado. Por último, tendremos que añadir alguicida y floculante (este último, cada quince días) para que el agua se mantenga transparente y no aparezcan algas. Si en el lugar donde se encuentra la piscina el agua tiene mucha cal, como la zona mediterránea, es recomendable que añadamos un antical semanalmente. De este modo, impediremos que aparezcan concreciones o depósitos de cal en las paredes o dentro de los conductos de la propia piscina.
El mantenimiento al final de la temporada
Una vez ha concluido la temporada de baño, es necesario preparar la piscina para preservarla de los rigores del invierno. De este modo, antes de iniciar la invernación propiamente dicha, de la que hablaremos a continuación, es menester limpiar tanto el fondo como las paredes, así como los skimmers y el filtro. Para ello, habrá que hacer un último lavado de la arena para asegurarnos de que no quedan restos de suciedad en estos elementos.
También habrá que revisar los niveles de desinfectante y de ph para que permanezcan dentro de los valores permitidos. Una vez hecho esto, realizaremos los pasos obligatorios para la invernación de la instalación.
El mantenimiento en invierno o invernación
Dependiendo de cómo hayamos hecho o no esta preparación invernal, podremos bañarnos en verano o tendremos que realizar una serie de trabajos extra que, como ya hemos adelantado, nos costarán tiempo y dinero.
Preparar la piscina para los meses de frío, para que aguante las bajas temperaturas, las lluvias y, sobre todo, las heladas, es necesario si no queremos reparar grietas por la presión del hielo en las paredes de la piscina y vaciar el agua de la piscina. Por tanto, merece la pena que le dediquemos tiempo a estos trabajos.
¿Qué pasos debemos seguir para realizar una correcta invernación de la piscina?
Vaciaremos un poco la piscina. De este modo, no rebosará el agua cuando llueva.
Verteremos un producto especial que podremos adquirir en cualquier tienda especializada. Este producto ayuda a que los valores se mantengan más o menos bajo control. Aun así, tendremos que revisarlos de manera periódica para que no se alteren. En estos establecimientos también podemos comprar dosificadores flotantes que contienen floculante, alguicida y desinfectante que harán posible mantener estables dichos valores. Si no queremos estar pendientes de la piscina o no podemos, otra solución es la electrólisis salina, método natural que reduce el uso y la posterior vigilancia de los productos químicos que debemos verter en el agua también en invierno y que mantiene el agua limpia durante estos meses.
Previamente, habremos limpiado los skimmers, los conductos del agua, los filtros y demás para eliminar los restos de agua y suciedad que pudieran quedar y que, tras tantos meses de inactividad, pueden provocar problemas en el funcionamiento o en la calidad del agua. Después, cerraremos los skimmers y desenchufaremos el motor y las otras instalaciones eléctricas para que no se produzca ningún cortocircuito o se mojen y se estropeen.
Meteremos en el agua bidones o flotadores de plástico para impedir que el agua se congele. Si esta permanece estancada, las bajas temperaturas harán posible que acabe congelándose, con el consiguiente riesgo para las paredes, pues la presión del hielo provoca fisuras y grietas que ocasionan fugas importantes. Al introducir estos elementos en el agua conseguiremos que esta no se mantenga estanca, sino que se mueva debido al movimiento de los propios bidones y flotadores. Con ello, evitaremos que el agua se congele.
Finalmente, procederemos a cubrir la piscina si contamos con una cubierta, ya sea un cobertor de lona, una cubierta de lamas, una baja o una fija y alta. Qué duda cabe de que este tipo de instalaciones protege más si cabe el agua de la piscina de las inclemencias del tiempo, pues reduce de manera significativa la presencia de restos de polvo, suciedad y hojas que el viento y la lluvia acarrean. Por tanto, es un elemento que debemos tener en cuenta por la cantidad de ventajas que conlleva, y no solo porque protege la piscina, sino porque además evita que los más pequeños se puedan caer cuando correteen por el jardín.
Si no contamos con ningún tipo de protector, cobertor o cubierta, es menester que, cada cierto tiempo, recojamos las hojas y demás elementos extraños del agua para que no se acumule suciedad y que esta altere los niveles químicos del agua.
Herramientas y productos para el mantenimiento de la piscina
Como seguro que ya sabrás, tener una piscina en casa obliga a contar con una serie de elementos necesarios para su limpieza y mantenimiento. No deben faltar, pues de ellos depende que podamos realizar las labores necesarias para poder bañarnos en el agua.
En Piscinas.com vamos a distinguir entre herramientas para la limpieza, desinfectantes, reguladores de ph y otros productos complementarios.
Herramientas para la limpiezaCon estos utensilios, mantenemos tanto el agua como el fondo y las paredes limpios de hojas y restos de suciedad. Dos de ellos son imprescindibles para un buen mantenimiento: el limpiafondos y el recogehojas.
El limpiafondos es un aparato que aspira la suciedad de las superficies de la piscina. Suele tener cepillos que facilitan el desincrustado de aquellos restos adheridos a las paredes. En las tiendas especializadas en piscinas podemos encontrar una amplia variedad de limpiafondos. Así, los hay manuales, que funcionan con baterías o conectados a la red eléctrica, y automáticos, la mayoría de los cuales se puede programar para que comience la limpieza a la hora fijada si necesidad de que haya nadie en casa.
Por su parte, el recogehojas es el instrumento que utilizamos para recoger los insectos, la suciedad y las hojas que durante el día o la noche caen en el agua. Está compuesto por una cesta de malla y un mango. Es una herramienta que se usa diariamente, por lo que habrá que tenerla a mano.
DesinfectantesPara que podamos bañarnos en un agua limpia y, sobre todo, libre de gérmenes, que puedan provocarnos infecciones, debemos emplear algún tipo de desinfectante. El más conocido es el cloro, pero cada vez más se están empleando otros cuyo poder desinfectante es igual de completo con la ventaja de que provocan menos reacciones alérgicas.
El cloro es un componente químico que lleva muchos años usándose para el tratamiento de aguas. Es el desinfectante por excelencia en la piscina, pues elimina la mayoría de los microorganismos que pueden proliferar en estas aguas. Podemos utilizar cloro en pastillas, pero también podemos optar por cloro líquido o granulado. La cantidad que tendremos que añadir al agua dependerá de la capacidad de nuestra piscina. En líneas generales, por cada 15 metros cúbicos, verteremos 20 g. Con estos datos, podremos calcular cuántos gramos tendremos que echar en la piscina.
Además del cloro, se emplea el oxígeno activo como desinfectante del agua. Es un sistema que se recomienda cuando existen personas con problemas de alergia al cloro. Se trata de monopersulfato potásico que libera oxígeno cuando entra en contacto con el agua, el cual eliminar los gérmenes presentes en ella. La principal ventaja de este sistema es que no resulta irritante, no afecta ni a la piel ni a las vías respiratorias. Tampoco causa picor en los ojos. De ahí que resulte un sustituto muy interesante al cloro.
Por último, hemos de hablar del bromo, que, como el oxígeno activo, es una alternativa sumamente eficaz al cloro, con las mismas ventajas que el anterior, pues no provoca reacciones en los bañistas. Suele venderse por tabletas, donde el bromo se combina con cloro o con oxígeno activo para multiplicar su eficacia.
Reguladores de phLos reguladores de ph ayudan a controlar el nivel de acidez del agua. Ya hemos hablado anteriormente de cuáles son los valores medios y qué sucede si estos no están dentro de los límites adecuados. Con los reguladores se puede incrementar o reducir el nivel del ph si este es bajo o alto. Los hay automáticos, pero generalmente consisten en productos químicos líquidos que se vierten en el agua para ajustar la alcalinidad o acidez del agua.
Por tanto, tenemos que hablar de elevadores y reductores de ph. Los primeros incrementan el valor del ph cuando este es inferior a 7,2 y los segundos, lo reducen cuando este sobrepasa 7,6. Es menester que contemos con ambos reguladores para que podamos actuar ante cualquier situación y podamos ajustar el ph a tiempo.
Productos complementariosLos desinfectantes y los reguladores de ph son tratamientos imprescindibles para el mantenimiento de la piscina, pero hay otros productos igual de importantes. Son los siguientes:
- Alguicida: Elimina la presencia de algas e impide su aparición.
- Anticalcáreos: Reducen el exceso de cal en el agua.
- Desincrustantes: Evitan que se formen incrustaciones en las paredes de la piscina.
- Invernador: Hace posible mantener los niveles de ph y cloro estables durante los meses de invierno.
- Fluoculante: Es el producto recomendado para acabar con las partículas de cal presentes en el agua.
Todos ellos son muy necesarios para poder disfrutar de un agua limpia y segura para la salud.
Los problemas con el agua de la piscina
Hay ocasiones en las que, a pesar de que controlemos los niveles del agua, esta tiende a ponerse verde, turbia o blanquecina, lo cual es indicador de que hay algo que no hacemos bien o que las medidas que empleamos no son las adecuadas para nuestra piscina. Por eso, es importante saber qué tenemos que hacer si nos encontramos con estos problemas.
Agua verdeSi el agua de la piscina se ha puesto verde es que se han formado algas, que son las responsables de esa tonalidad verdosa. Las algas suelen adherirse a las paredes de la piscina. Para eliminarlas tenemos que realizar un tratamiento de choque con un alguicida. Este producto químico elimina la presencia de estos organismos. Además de verter este producto, será necesario que limpiemos el filtro para deshacernos también de aquellas que se hayan podido quedar allí. Finalmente, tendremos que limpiar a conciencia las paredes para acabar con los restos que se han quedado adheridos.
Agua turbiaEl agua turbia nos informa de que el agua tiene cal. Es un problema habitual en lugares con aguas duras, donde esta sustancia tiene mucha cal. Suelen verse, además, partículas en suspensión que son las impiden que el agua sea transparente y no esté completamente limpia. Para corregir este inconveniente, bastará con añadir floculante al agua y esperar a que el filtro aspire todas esas partículas de cal presentes en el agua.
Agua blancaAlgunas veces sucede que el agua se pone de color blanco. Esta tonalidad no nos avisa de la presencia de ningún microorganismo, sino que es sintomático de que el agua es excesivamente alcalina, esto es, que tiene demasiada cal. En estos casos, lo adecuado es hacerse con un antical y añadirlo al agua para que reduzca el nivel de cal. A continuación, habrá que revisar también el ph, pues si hay demasiada cal es porque el ph no es el correcto.
HongosLa zona que hay alrededor de la piscina es el entorno perfecto para que aparezcan los hongos. De ahí que siempre se recomiende el uso de zapatillas en estas zonas, pues el exceso de humedad favorece la proliferación de estos microorganismos. Aunque siempre es positivo que sigamos estas buenas prácticas de higiene, se puede reducir la posibilidad de que los hongos hagan acto de presencia con la ayuda de fungicidas. Su empleo debe ser obligatorio en piscinas públicas y comunitarias, donde el riesgo de contagio es, si cabe, mucho mayor.
Conociendo todos estos datos, podremos no solo llevar a cabo un correcto mantenimiento de las instalaciones de la piscina durante todo el año, sino que seremos capaces de solventar cualquier problema que nos surja.
Escrito por
Piscinas.com
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